domingo, 21 de agosto de 2016

Sonia Figueras

Es la cuestión 
Sonia Figueras

Un aire agradable me vuela los cabellos y cada tanto saco el mechón sobre los ojos que me molesta. Parada en la puerta de la salita del centro médico trato de no parecer un pez fuera del agua. Lo soy.
Adentro, en la sala de espera algunas mujeres, impasibles, me observan. Con sus chicos, todos con la idéntica mirada triste, hueco profundo negro a la búsqueda y encuentro de respuestas. Me incomodo. Sería bueno sentarme entre ellas, mostrarme una igual, una par una más. No lo soy. Soy distinta.
Sus ropas, las de ellas,  sencillas como las mías pero diferentes, algo nos distingue, hay un porqué.
Mi tez blanca, ni siquiera ruborosa o con el tono exquisito de la cama solar. Soy distinta. Mi cabello rubio teñido se refleja en el vidrio de una puerta y aunque no haya ido a la peluquería se ve el brillo y el cuidado que recibe este pelo.
Mi origen de clase media acomodada, las posibilidades para estudiar que me dieron mis padres, el casamiento con un profesional, los hijos con la ocasión de adquirir también una profesión, la casa confortable, todo es contrapuesto.
Vuelvo la mirada a la platea de ojos carentes en hilera, y similares.
 Desde un triciclo, Emerson mira con sus casi dos añitos y su tremenda sonrisa, bolivianito hermoso, cara redonda, ojos negros tan negros que lastiman. Manitas paspadas por el frío, mejillas rojitas como el tomate, coloradas y ásperas. ¡Ah! esos pinchos cortitos desparejos cortados a cuchillo, el cuerpo chiquitito los pies descalzos. Cómo quisiera abrazarte niño que hoy conozco, besarte, entibiarte. Igual te sé. Te veo en cualquier esquina cuando ese pudor ineficaz hace que no haga lo que deseo.
Intento un paso adelante y se cruza una enfermera. Ya pasa.
Me animo, toco su cabecita lacia. La madre desconfía hasta que sus labios emiten el esbozo de una mueca sonriente.
Inflada como sapo gordo hubiera querido levantarlo, acariciarlo, mimarlo.
Tengo vergüenza. Me voy. La vida está a la espera. Dejo atrás a las otras, mujeres a las que no puedo ayudar a mi antojo.
 A no ser…


Será mi decisión. Es la cuestión.

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